¿Te ha pasado que al ver una foto antigua tuya te dijiste “wow, qué bien me veía”? ¿O que te encontraste preciosa aunque en ese momento no hayas creído que lo fueras?
Hace unos días, leyendo un libro que me tiene atrapada, la autora relataba cómo una mujer que tras decidirse a hacer un cambio en su vida había ganado un concurso de extreme makeover que le había permitido verse 10 años menor. El impacto había sido tal, que se había decidido a dejar a su esposo y a comenzar una nueva vida, hasta que “entró en razón”.
Por alguna causa extrapolé este relato a algunas experiencias que he escuchado narrar a muchas mujeres en relación a cómo reinterpretaron en el presente la imagen que tenían de sí mismas en el pasado y cómo hoy el tiempo les regala cierta cuota de lucidez y de ternura consigo mismas que les permite la posibilidad de mirarse de una manera más apreciativa, promoviendo en ellas una mejor autoestima.
Hace unos años, me marcó el relato de una antigua colega que contaba cómo a lo largo de su vida y desde muy joven había luchado con algunos kilos que ella consideraba tener de más, así como con la sensación de no sentirse bonita. Durante su adolescencia, su autoestima era baja y, por lo general, su percepción de sí misma nacía desde la rigurosidad, la exigencia y la brecha, lo que le impedía ver toda la belleza que había en ella. También me relataba que, con el paso de los años, había notado que cada vez que encontraba una foto suya de años atrás se daba cuenta de lo guapa que era y lo linda que se veía, incluso, en muchas ocasiones se percibía radiante. Esta antigua colega, que con el tiempo se transformó en mi amiga, me contaba también que al darse cuenta de este fenómeno, había tomado conciencia, además, de que si bien su figura era prácticamente la misma de la actualidad, lo que había cambiado era la disposición y la madurez con que se miraba, así como la distancia que podía tomar de ella misma. De este modo, cada vez que en el presente se percibía gorda, fea o lo que fuera, se invitaba a sí misma a observarse de nuevo con los ojos que había aprendido a mirar desde la distancia del tiempo.
Escucharla encendió una mirada crítica en mí acerca de mi propia forma de observarme, abriéndoseme desde entonces, con su relato, la posibilidad de una mirada más compasiva (es decir, con más ternura y amor) hacia mí misma. Fue así que un día revisando algunas fotografías en las que aparecía yo años atrás tomé conciencia de que estaba encarnando el mismo fenómeno que mi amiga me había relatado hace un tiempo. Entonces, no sé si se generó un sesgo en mi foco atencional o qué, pero poco a poco y cada vez más fui conociendo a más mujeres cuyos relatos tenían en común que en algún momento de sus vidas se habían aproximado a sí mismas desde la exigencia, la perfección, los -muchas veces- inalcanzables estereotipos y tantos estándares impuestos desde afuera, lo que les había impedido mirarse en aquel minuto presente y ahora pasado, con amor y, por tanto, se habían perdido de percibir la belleza propia que cada una tenía, con los cuerpos perfectos que allí estaban y con todo eso propio y natural de cada una de ellas, siendo las hermosas mujeres que sin duda son.
En relación a ello y volviendo al caso de la mujer del extreme makeover, me pregunto: ¿qué habrá pasado en su interior, que tras percibirse distinta quiso intentar hacer algunos cambios radicales en su vida? ¿Será que una imagen distinta de sí misma le permitió cambiar también la relación con sus sueños? En tal caso, si aquello fuese lo que sucedió, creo necesario distinguir que para lograr dicha conexión no necesariamente debes cambiar por fuera, pero sí es fundamental cambiar lo que sucede dentro de ti, porque incluso ante la cirugía más profunda, si no tenemos la capacidad de apreciarnos y valorarnos, probablemente nuestra sed de una imagen distinta no cambiaría.
De muchos de los relatos que me regalaron estas admirables mujeres que me inspiraron a escribir, e incluso mi propia experiencia, desprendo que esta toma de conciencia permite mirarse en adelante desde un lugar más apreciativo y amoroso con nosotras mismas, y es que quién quisiera volver a esperar a que tuviesen que pasar nuevamente 5 o 10 años para darse cuenta de lo hermosa que es, de lo fuerte y maravilloso que es su cuerpo, o tomar conciencia y enamorarse ya sea de su delgadez o de sus entornadas curvas, recién con el paso de los años, sin haber sido capaz de apreciar y disfrutarlas en el minuto presente, sino sólo en retrospectiva, cuando se juzga que “ya no es edad” para usar una minifalda, un escote profundo, ropa ceñida o lo que sea que se quiere llevar puesto. Al contrario, hoy, el impulso de la propia conciencia mueve a estas mujeres para darse ese permiso que les faltó en el pasado y usar aquí y ahora esa tenida animal print que ha sido su placer culpable por tanto tiempo, o bien, salir a cara completamente deslavada, o por el contrario, pintarse muy rojos los labios sin importar llamar la atención ya que saben que aunque hoy no estén muy convencidas de hacerlo, más que porque no quieran, porque no se atreven, en diez años más se preguntarán ¿por qué no lo hice? y, entonces, estarán arrepentidas de haberse guardado en el clóset, en vez de haber aparecido radiantes, hermosas y seguras para el mundo, pero sobre todo, para sí mismas.
Entonces, te invito a buscar una fotografía antigua tuya, observarla con ternura y preguntarte: ¿qué no viste de ti en ese entonces y que hoy valoras? ¿Qué dejaste de hacer dado cómo te juzgabas? ¿De qué te arrepientes hoy que quisieras cambiar hacia adelante? ¿Qué pasaría si fueses en busca de aquello que sueñas ahora mismo?
El tiempo nos regala cierta madurez y cordura y también un grado de conciencia que, en muchos casos, nos permite valorar de manera distinta lo importante. Es con esa mirada, tengas la edad que tengas, que te propongo observar: ¿desde dónde te juzgas, desde la exigencia o desde el amor hacia ti misma? ¿Qué juicios tienes de ti hoy, que te gustaría desafiar? ¿Qué pensarías de ti misma si te estuvieras observando con tus ojos en 10 años más? Después de todo, estoy segura de que no querrás esperar una década para descubrir que eres hermosa así tal cual eres.
Si quieres aprender a observarte con nuevos ojos y con ello regalarte la posibilidad de lograr una mejor relación contigo misma y con el mundo, pero no sabes cómo lograrlo, te invito a contactarme a anunez@thegeniuschoice.com
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Soy Anlleni Núñez y acompañarte a lograr tu máximo potencial, es uno de mis mayores propósitos.